Los Endoparásitos, en especial los del tracto digestivo, son considerados una de las principales limitantes productivas en los sistemas pastoriles de producción de carne. Si bien un porcentaje del orden del 10% se debe a mortandades, tales pérdidas son adjudicadas a las parasitosis subclínicas que por otra parte son las de mayor dificultad diagnosticada y donde las técnicas tradicionales (como el conteo de huevo por gramo -hpg- de materia fecal) presentan algunas limitantes para su detección temprana. El control eficiente es uno de los desafíos constantes que tienen los productores y profesionales dedicados a la actividad ganadera. Las pérdidas que ocasionan son principalmente, mermas en las ganancias de peso vivo de animales en engorde, problemas de desarrollo en vaquillonas y de inversiones en antiparasitarios con limitado retorno económico.
La parasitosis puede influir en mayor o menor medida de acuerdo con la relación que ocurra entre los siguientes factores: 1) número de formas infectantes que se encuentren contaminando los potreros, 2) características de los parásitos, 3) edad de los animales, 4) aporte nutricional de las pasturas (Caracostántogolo et al., 2005).
Los bovinos adquieren una buena capacidad de respuesta inmune (con nutrición y sanidad asegurada) alrededor de los 12-18 meses de edad.
Si se exponen animales jóvenes a pasturas de baja calidad, altamente contaminadas con larvas infectadas y no se utilizan antiparasitarios, los animales mostrarán los signos de la enfermedad parasitaria (parasitosis clínica): diarrea, enflaquecimiento, edema submandibular, muerte. Si la misma categoría de animales pastorea sobre pasturas de buena calidad forrajera, también contaminadas, pero reciben tratamiento antiparasitario al destete, desarrollan una parasitosis subclínica que solamente va a ser notada por el productor, al provocar una baja gananc9a de peso corporal (Caracostántogolo et al., 2005).
Los animales que tienen entre 5 y 18 meses de edad, son los más expuestos a ser afectados por los parásitos; los dos momentos del año en que la producción puede perjudicarse por los parásitos son los períodos otoño-invierno y verano-otoño (Caracostántogolo et al., 2005).
En el período otoño-inverno, 1) los animales ingieren con el pasto una gran cantidad de larvas infectantes (L3;); 2) L3 evolución en el intestino del animal hasta el estadio de adultos (L4) en 21 a 28 días; 3) los parásitos hembras ponen grandes cantidades de huevos que saldrán con la materia fecal; 4) más contaminación de las pasturas; 5) condiciones de humedad y temperatura adecuadas para un buen desarrollo (de huevos hasta larvas) y para una supervivencia larga de larvas en la pastura.
Todo esto más baja calidad en pasturas, hace que se perjudique la ganancia de peso corporal (Caracostántogolo et al., 2005).
Por esto, podemos asumir que las etapas de riesgo críticas son el otoño-invierno y la condición de riesgo se incrementa desde el destete en adelante. En tal sentido pueden establecerse en sistemas pastoriles dos tratamientos prefijados que son los del destete y el de fin de año (Fiel, 2005).
Para el tratamiento y prevención de parasitosis, se puede emplear antiparasitarios a base de lactonas macrocíclicas (ivermectina, moxidectin, doramectina, abamectina). Estas formulaciones actuales, tienen una eficacia persistente de dos semanas hasta varios meses, dependiendo de la variación de la especie de parásito que se considere y de cada droga (Caracostántogolo et al., 2005).